Les voy a contar un cuento. Un cuento que tal vez no es cuento,
porque me ha ocurrido a mí. Me ha sucedido algo impresionante, que tal vez es
alarmante, que tal vez es excitante y desconcertante pero lo importante, es que
me ha hecho seguir a delante.
Estaba yo posando en el espejo y esquivando los
consejos que me daba el señor conejo, porque a éste sí que le gustaba meterse
donde no le correspondía, entonces ¿yo que hacía? Simplemente no lo oía. Me
decía algo sobre la belleza, que a mí no me habían dado mucha de esa y que me
aconsejaba acudir al cirujano de los gusanos, antes que cantara el gallo. Yo le
respondía: Señor conejo no sea leso, si ya no tengo remedio soy gorda vieja y
sin consuelo. Mi fealdad es una realidad, y ya nada va a cambiar. Estoy sola y
añeja por eso como arvejas, para ver si algún día se me vuelve la alegría y me
pongo como las frutillas. No creo que a estas alturas, le decía yo al señor
conejo, me cambie el pescuezo y pueda ser bonita como las chinitas. No creo que
valga la pena, si yo fea nací, fea voy a morir.
Esa noche conversamos bastante y me dijo que debía
salir a delante, que mi fealdad podía tener arreglo, sólo tenía que
proponérmelo. Cuando por fin me fui a dormir, a las estrellas le pedí que si me
daban una oportunidad de ser linda nada más, yo iría a visitarlas todos los
días y les llevaría muchas frutillas. Entonces me quedé dormida con la
esperanza de que algún día la belleza no se hiciera la lesa y me hiciera sentir
una princesa.
Y esto fue lo que pasó. Cuando desperté, el señor
conejo me miró y sin voz se quedó, solo apuntaba el espejo y movía los brazos
como un estropajo. Y me di cuenta que los milagros sí existen, que vale la pena
soñar y rezar. Dos maravillosas alas me salieron con los colores del cielo. Mi
piel es tan fina como la punta de una espina, ahora podré volar y a las
estrellas visitar. Pienso en llevarles muchas frutillas para que algún día las
dejen caer a la tierra y la gente no se olvide que vale la pena pedirle a las estrellas
o a cualquier cosa en la que ellos crean.